La respuesta es muy sencilla, siendo a la vez compleja... es más, casi no pudiéndose considerarse respuesta, vale para todas las preguntas. Todo se reduce a que, sencillamente (o complejamente), no estamos programados para conocerlas. ¿El motivo? Tampoco lo hemos de saber... simplemente es así. Tal vez aguna inteligencia superior lo determinó así en algún lugar del tiempo; tal vez sea defecto (o virtud) de la propia evolución humana.
En cualquier caso, pese a que cuestionárselo forme parte de la condición humana, probablemente no sea demasiado sano dedicar demasiado tiempo a investigarlo. ¿O... tal vez sí?