bola 8

25 de abril de 2009

"[...] su utilización como símbolo comenzó con la expresión: Behind the eight-ball (Detrás de la bola ocho) [...].

Y se utiliza para dar a entender que se está en una posición difícil y complicada, en una situación peligrosa, como en el juego de billar ( si embocas a destiempo la bola 8, pierdes, y si estás detras de ella, te bloquea el tiro y estás en situación comprometida).

Por tanto viene a significar EL LADO PELIGROSO, el riesgo, vida peligrosa y/o arriesgada, bajo presión, "en apuros", "encerrado y sin salida", "difícil escapar", "peligro inminente de perder" "situación muy desfavorable", etc." *

escribir que escribo

17 de abril de 2009

Al principio, voluntad y síndrome de abstinencia, ardor en la yema de los dedos, una idea que vaga por los accidentados páramos del pensamiento...

Para continuar, diccionarios, sinónimos y antónimos, metáforas y metonimias, polisemia, universos paralelos, vestir vestigios con palabras, malabarismos, repeticiones, rebuscar en lo profundo, dar forma y ordenar y entender y dar forma... y sentimiento, sobre todo sentimiento.

Y finalmente el desenlace, leer y releer, criticar, cambiar y corregir, criticar. Al final, darse cuenta de la vanidad del acto de escribir, aportar al mundo más palabras que al mundo no interesan, palabras que se perderán en el tiempo... recuerdos amarillentos como las hojas de un periódico del tiempo en que tenían el exclusivo privilegio de comunicar...

amor 77

7 de abril de 2009

Y después de hacer todo lo que hacen,
se levantan, se bañan, se entalcan, se perfuman,
se peinan, se visten, y así progresivamente
van volviendo a ser lo que no son.
(de Un tal Lucas, de Julio Cortázar)

creer en el destino

6 de abril de 2009

En los últimos tiempos he decidido no creer en la suerte ni el el destino, por el sencillo motivo de que son elementos a los cuales la razón no puede dar explicación y por tanto no dejan de ser superstición, recurso fácil para evadir la responsabilidad de nuestra propia vida.

Realmente, creer en ello conlleva reconocer que uno no es lo suficientemente fuerte como para dirigir su propia vida... creer en el destino es evitar tomar las decisiones en su debido momento, dejando pasar el tiempo hasta que los hechos se desarrollen por sí solos. Creer en el destino es dejar indirectamente a otros que tomen esas decisiones por nosotros mismos.

Creyendo en el destino nos convertimos en meros espectadores de nuestra propia vida, incapaces de tomar decisiones, y por tanto incapaces de ser consecuentes con las mismas.