equilibrio

7 de junio de 2009

Por muy racional que sea una persona, no puede vivir de un modo saludable sin que en sus decisiones intervengan los sentimientos, de igual modo que una persona muy emocional no puede vivir sin un mínimo de frío raciocinio. Por tanto y como en todo, es razonable pensar que debe existir un equilibrio entre ambos. Cuando no existe ese equilibrio es cuando aparecen los remordimientos, las dudas, el malestar.

No somos felices cuando vivimos en contra de lo uno o de lo otro, es decir, cuando la razón nos hace tomar decisiones que realmente no deseamos, o cuando el sentimiento nos lleva por caminos en los que nuestro criterio de lo razonable queda fuera de lugar. Es posible que el duro trabajo de ser feliz (o al menos de no ser infeliz) radique en saber buscar dicho equilibrio, en ajustar ambos modos de ver la vida: justificar aquello que deseamos de la manera más racional posible, o sentir de un modo suficientemente "moderado" para no contravenir a la razón... he aquí la teoría, la cuál por desgracia suele ser (con más frecuencia de la que me gustaría) difícil de llevar a la práctica.